Por Wyatt Houtz*

A comienzos de la década de 1920, Karl Barth predicó un sermón sobre Pentecostés a su pequeña iglesia de Safenwil, Suiza. En este sermón, «¡Ven, Espíritu creador!», Barth dice que hoy los cristianos tienen mucho más en común con los extranjeros e inmigrantes que se reunieron en Pentecostés que con los apóstoles. Estos inmigrantes nunca presenciaron a Jesús, hablaban idiomas foráneos, y venían de tierras lejanas. Hoy los cristianos están mucho más distantes que los inmigrantes en aquel arcano acontecimiento de Pentecostés. Han pasado dos mil años desde el primer Pentecostés, y 500 años desde la Reforma; la distancia en el espacio y el tiempo desde hoy hasta aquel misterioso suceso y su fascinante glosolalia es más grande que nunca. Así que, ¿cómo le damos sentido a lo que leemos acerca de este bello relato de Pentecostés nacido de la emoción literaria en Hechos 2:4-11?

Karl Barth interpreta Pentecostés como algo más que una bella historia. Barth explica Pentecostés a través del Señorío de Jesús sobre el tiempo (un tema que Barth no desarrollaría completamente hasta su obra Church Dogmatics, Vol. III.2, §47 Man in His Time). Barth explica que la resurrección de Jesús significa que Jesús ha sido levantado como Señor sobre el tiempo, y está en la eternidad sobre el tiempo, y por lo tanto está igualmente cercano a cada momento de tiempo y espacio. Barth cita pasajes de la Escritura para explicar que Jesús «está en medio nuestro» y que él es «el mismo ayer y hoy y por los siglos». Sin importar cuán distantes puedan llegar a estar las personas del suceso de Pentecostés en el espacio y el tiempo, Jesús sigue estando «en medio» de nosotros. Barth concluye con una referencia eucarística, recordándonos nuestra participación en la presencia de Jesús cada vez que comemos el pan y bebemos la copa hasta que el venga (1Co 11:26).

Puesto que Pentecostés se acerca rápidamente este año, he compartido una selección de este sermón, para que todos meditemos durante esta época de Pascua.

La brecha con Pentecostés hoy

Karl Barth escogió una selección de las narraciones de Pentecostés (específicamente Hechos 2:4, 7-11) como la fuente clave para entender Pentecostés hoy.

En esta primera cita, Karl Barth nos cimienta en el texto de Hechos 2, y reorienta a los lectores modernos hacia este antiguo acontecimiento de Pentecostés:

Hechos 2:4, 7-9, 10-11: «Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse… Desconcertados y maravillados, decían: “¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye hablar en su lengua materna? Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia cercanas a Cirene; visitantes llegados de Roma; judíos y prosélitos; cretenses y árabes: ¡todos por igual los oímos proclamar en nuestra propia lengua las maravillas de Dios!”».

Sin duda en nuestra lectura del suceso de Pentecostés nos hemos preguntado de qué manera aquellos extranjeros que habían inundado Jerusalén, los partos, los medos y elamitas y los habitantes de Mesopotamia, en Judea y Capadocia, el Ponto y Asia, Roma y Egipto; de qué manera todos ellos escucharon a los apóstoles en sus propios idiomas, como para entender los grandiosos hechos de Dios de los que testificaban los apóstoles. Nos hemos preguntado al respecto, y quizá nos hemos alegrado por ello, como lo haríamos con una gran promesa. Porque nos sentimos notablemente cercanos, o de algún modo relacionados, con estos extranjeros, como si fueran de nuestra misma carne y sangre, e incluso nos sentimos más cercanos a ellos que a los apóstoles. Tal como ellos venían de lejos, así también nosotros. No estuvimos presentes cuando Jesús, vivió, enseñó y trabajó, murió y volvió a levantarse. Estamos separados de él por siglos, hablamos un idioma totalmente distinto, tenemos nociones y perspectivas totalmente distintas. ¿Qué tiene en común una persona de hoy con aquella época, aquella generación?

Lo que se dice acerca de Jesús sin duda es hermoso, pero, con todo, es tan, tan distante. Una y otra vez volvemos a descubrir que hay una terrible brecha que se abre entre el aquí y ahora y el allá y entonces. Y ¿se podrá salvar esta brecha, se podrá resolver y disipar esta diferencia? Los seres humanos que están separados de él por el tiempo y el espacio, ¿lo escucharán hablar como si él estuviera presente, de la boca de sus testigos? ¿Acaso no hay espacio ni tiempo que los separe de él y su tiempo? ¿Acaso él se volvió su contemporáneo? ¿Será inválida la vieja distinción entre judío, griego, persa, medo, elamita; no existe ya cosa tal como la separación y la alienación?[1].

El significado de Pentecostés: Jesús nos reúne

Los primeros comentarios de Barth nos ayudan a entender la distancia entre nosotros hoy y quienes estaban en el suceso de Pentecostés hace mucho tiempo. En la siguiente cita, Barth explica de qué manera Jesús nos aproxima a él, y, en consecuencia, unos a otros.

Esto es lo que nos dice la historia de Pentecostés. Ahora, si nos placiera, podríamos mirar este relato como un bello cuento nacido de la emoción literaria. Pero si tenemos oídos para oír oiremos más que una bonita historia. Aquí hay un conocimiento real, profundas nociones fundamentales acerca de aquella existencia que es Jesús. Lo que aquí se nos dice es que Jesús no solo fue, sino que es, y será. Él no existe aquí o allí en cierto lugar; para él no existe solo un «una vez» y un «entonces», sino que él es ayer, hoy, y el mismo por la eternidad; en una palabra, Jesús «está en medio nuestro». Eso es lo que se nos dice aquí. Él «está en medio nuestro» significa que lo que él dice no es solo una declaración histórica de una verdad que tiene validez para, y fue entendida en, determinado momento, sino que aquí —y qué maravilla decirlo— lo eterno apareció en lo temporal, lo divino ha aparecido en lo humano. Él «está en medio nuestro», y eso significa que a su alrededor el mundo está sereno como un círculo alrededor de su punto central. Y tal como cada punto del círculo es equidistante del centro, así también hoy no está más lejos de él que en tiempos pasados.

No sin razón está grabado en nuestra mesa de comunión: «Tomad, comed, este es mi cuerpo quebrantado por ustedes, mi sangre derramada por ustedes para el perdón de pecados». Eso es tan cierto hoy como lo fue hace mil años, y será tan cierto en mil años más como lo es hoy. Él se sitúa en el centro. Este relato no desea contarnos otra cosa. Nos dice que, en Pentecostés, cuando se habló acerca de él, todos entendieron. Cuando las palabras realmente hablan acerca de Jesús, no hay ninguna persona que, cuando se le pide que entienda, no pueda entender[2].

Trasfondo de «¡Ven, Espíritu creador!»

Mucho antes que Karl Barth escribiera Church Dogmatics, él era pastor de Safenwil. En este pequeño pueblo campestre de Suiza, Barth era un pastor modesto, en una pequeña iglesia, predicando a gente trabajadora, abogando por su educación y derechos sociales[3]. Barth estaba trabajando en la segunda edición de Carta a los Romanos (1921), que más tarde lo haría mundialmente famoso.  Años más tarde, el amigo de toda una vida de Barth y también pastor, Eduard Thurneysen, recopiló los sermones de Barth en Safenwil de 1920 a 1924, y los publicó en el libro Come, Holy Spirit. Thurneysen recopiló (y fue coautor de la forma escrita de) estos sermones. Esta serie de sermones fueron predicados originalmente antes que se escribieran las obras teológicas más maduras de Barth, así que se la puede considerar el «Primer Barth» o durante la transición hacia el «Barth Posterior» de Church Dogmatics.

*Miembro de la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos (PCUSA, por su nombre en inglés) y miembro de la Karl Barth Society of North America (KBSNA). Ha sido pastor en la Mars Hill Church en Seattle (2011-2013), y fue plantador de iglesia de la Iglesia Presbiterana de América (PCA, por sus siglas en inglés) entre 2014 y 2016.

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Notas

Originalmente publicado en Postbarthian, 2017 . Traducción de Elvis Castro Lagos.

[1] Barth, Karl. Ed. Karl Julius. ERNST, Elmer George. HOMRIGHAUSEN, y George Warren. RICHARDS. Comp. Eduard Thurneysen. Come Holy Spirit. Sermons. T. & T. Clark: Edimburgo; Nueva York, 1934. 171-73.

[2] Ibíd.

[3] «Karl Barth». Biography | Center for Barth Studies. Sin fecha. Accedido el 01 de mayo de 2019. <http://barth.ptsem.edu/karl-barth/biography&gt;.